Un artefacto tecnológico no es sólo un conjunto de
componentes de hardware y software: es un elemento fascinatorio, un catalizador
social, un agente de comunicación, una caja abierta de narraciones, un
laboratorio —no de uso y aplicación de instrumentos de medición— sino de
intercambio de imaginarios, de lucha y participación, de presencias y
ausencias, de visibilidades e invisibilidades. Es un espacio de re-negociación
cultural continuo. Un territorio de experimentación comunitario y social,
detrás de unas apariencias tanto espectaculares como seductoras.
JULIE CATERINE CORREA
Un artefacto tecnológico no es sólo un conjunto de
componentes de hardware y software: es un elemento fascinatorio, un catalizador
social, un agente de comunicación, una caja abierta de narraciones, un
laboratorio —no de uso y aplicación de instrumentos de medición— sino de
intercambio de imaginarios, de lucha y participación, de presencias y
ausencias, de visibilidades e invisibilidades. Es un espacio de re-negociación
cultural continuo. Un territorio de experimentación comunitario y social,
detrás de unas apariencias tanto espectaculares como seductoras.
JULIE CATERINE CORREA